Científicos del Instituto Niels Bohr de la Universidad de Copenhague junto con colegas españoles y británicos afirman haber transportado información entre dos nubes de átomos a través de un haz de luz láser a 50 centímetros de distancia.
En ese experimento las nubes de miles de millones de átomos de gas cesio estaban contenidas en dos recipientes de vidrio dentro de una cámara en campo magnético.
En cuanto la luz láser, con una longitud de onda específica, incide en los átomos de gas, los electrones más externos de los átomos reaccionan como agujas magnéticas apuntando en la misma dirección, arriba o abajo. Es esta dirección la que compone la información cuántica, igual que la información de un ordenador se compone de los números 0 y 1.
El gas después emite fotones, unidades de luz indivisibles, que contienen la información cuántica. La información sobre el posicionamiento de los electrones de los átomos en un recipiente es grabado en el fotón. Enviado al otro recipiente y descifrado a través de un detector, el fotón sincroniza los átomos del segundo recipiente con los del primero.
Una de las dificultades encontradas en tales experimentos era que los átomos perdían el posicionamiento de electrones grabado cada vez que colisionaban contra la pared de vidrio.
Para resolver el problema, los investigadores recubrieron el interior de cada contenedor con una capa de tipo parafina, evitando así que los átomos de gas perdieran su codificación.
Eugene Polzik, profesor y director del centro de investigación en el Instituto Niels Bohr, dijo: "Podríamos aumentar el alcance [del teletransporte] si tuviéramos más espacio y, en principio, se podría teletransportar información, por ejemplo a un satélite".