
Si bien el tema no es nuevo, últimamente muchas son las denuncias
ciudadanas sobre el maltrato y la total falta de educación con que
actúan en sus intervenciones los efectivos de la regional Pedro Juan
Caballero de Investigación de Delitos de la Policía Nacional. Sócrates
decía que es preferible soportar una injustica que cometerla. Ésta es la
base de la “presunción de la inocencia” en el Estado de Derecho. Son
los jueces quienes están llamados a juzgar, no así los policías que en
la mayoría de los casos se presentan como vulgares “arrieros”
atropellando, prejuzgando y maltratando a cualquier ciudadano con total
prepotencia e impunidad.
Los
ciudadanos pedrojuaninos están cansados de la impunidad con que actúan los delincuentes.
Pero también están podridos del abuso policial. Cuando nos callamos y le
permitimos a la policía actuar de esta forma con personas sospechosas de cual o
tal delito violando el derecho elemental a la presunción de la inocencia le
estamos dando luz verde para cometer otro tipo de actos violentos sin recurrir
al debido proceso.
En
este sentido podemos citar falsos arrestos, golpizas, intimidaciones de todo tipo, insultos, abuso de
vigilancia, a lo que se suma la corrupción policial, sin ningún problema. De estos casos
tuvimos varios ejemplos, los tenemos y todo indica que seguiremos teniendo de la forma en que se
plantean las cosas.
Claro
que existen sobrados ejemplos de ética en la institución policial, pero por la
naturaleza de sus funciones, los policías están estrechamente vinculados con el
delito, lo que puede ocasionar una simbiosis policía–delincuencia, aspecto que no
sabemos hasta que punto controlado.
Uno
de los ejemplos más típicos de abuso es cuando salen por las calles no para
investigar o actuar ante un determinado delito o falta es el de realizar falsos
arrestos que intimidan a la ocasional víctima, induciéndole a cometer soborno
para escapar del calvario de un falso arresto. Pagas o vas preso.
En
de que el afectado se atreva a denunciar, con mucha suerte lo que se logrará
será el traslado del o los funcionarios policiales avivados de una comisaría a
otra, sin mayor implicancia legal para los mismos. De estos casos se pueden
citar por docenas en el Amambay.
La
brutalidad, el maltrato y la corrupción policial deben ser denunciados por
todos los medios con nombre y apellido.
Son
los policías – muchos de ellos perfectos brutamontes - quienes deben limpiar su
imagen empezando a castigar duramente las conductas delictivas de algunos de
sus “camaradas”. Está en sus manos recuperar la confianza perdida.
http://www.amambaynoticias.com/16824-v-Locales-u-jefes-policiales-deben-poner-freno-a-los-malos-tratos-y-brutalidad-de-sus-comandados.html