Año 2013 nuestra estrella se enfade y escupa hacia la Tierra 10.000 millones de
toneladas de plasma que viajarÃan por el espacio a la vertiginosa velocidad de más de 2.000 kilómetros por segundo. Tanto es asÃ, que en tres dÃas y medio la nube de gas ionizado,
también conocida como gran
eyección de masa coronal (CME), llegarÃa a la Tierra y
provocarÃa una tormenta geomagnética que alterarÃa los campos eléctricos y sembrarÃa el caos.
Royal Astronomical Society, notó que se formaban encima de las manchas negras dos pequeñas
lágrimas blancas. Tan extraño y emocionante era el evento que avisó a alguien
para compartir la alegrÃa y, de paso, tener algún testigo. Tardó menos de un
minuto, y cuando miró de nuevo por el telescopio, la mancha habÃa vuelto a cambiar de forma. Después, desapareció.
Al dÃa siguiente, antes de amanecer, las auroras boreales que solo
suelen suceder en las zonas cercanas a los polos se multiplicaron por todos los
puntos del planeta.
Además, las lÃneas de telégrafo, el principal medio de comunicación de aquella época, se estropearon y algunos operarios sufrieron descargas eléctricas mientras trabajaban. La electricidad inducida por el evento era tan alta en el ambiente que, aunque desconectaran las lÃneas de telégrafos, estas seguÃan emitiendo mensajes.
Algo parecido sucedió en 1989 en
la ciudad canadiense de Quebec. En marzo, los cientÃficos habÃan detectado un grupo de manchas solares
que habÃan crecido desproporcionadamente. Poco después empezaron a rugir;
durante dos semanas se sucedieron los destellos y se detectaron 36 CME. Como consecuencia, se produjo una repentina
subida de corriente que fundió un generador, y la red de suministro se colapsó.
Seis millones de personas se quedaron sin electricidad durante horas, y
tardaron varios dÃas en volver a la normalidad. Los daños fueron de miles de
millones de dólares. Además, “las brújulas se desviaron varios grados,
muchos satélites perdieron altura (hasta 800 metros) y un satélite militar no
pudo compensar el efecto y empezó a dar volteretas”, explica el astrónomo
Philip Plait, autor del libro La muerte llega desde el cielo.
Asà terminará el mundo. Además, las lÃneas de telégrafo, el principal medio de comunicación de aquella época, se estropearon y algunos operarios sufrieron descargas eléctricas mientras trabajaban. La electricidad inducida por el evento era tan alta en el ambiente que, aunque desconectaran las lÃneas de telégrafos, estas seguÃan emitiendo mensajes.
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